TURBERAS DEL VALLE DEL HOSPITAL DEL OBISPO.

GEOSITIO: TURBERAS DEL VALLE DEL HOSPITAL DEL OBISPO. 

Probablemente el Valle del Hospital del Obispo sea uno de los más interesantes, ecológicamente hablando, del Geoparque Villuercas, Ibores, Jara. Colgado sobre los demás valles de la zona y en una disposición prácticamente perpendicular a los mismos, en él se produce el fenómeno meteorológico conocido como inversión térmica, lo que le confiere unas características climáticas muy especiales que marcan inevitablemente la ubicación de las formaciones vegetales y ecosistemas que lo habitan.

Famosa fuente del Valle del Hospital del Obispo. FOTO: NATRURAL
Uno de estos especiales ecosistemas lo forman las turberas, que podemos encontrar puntualmente a ambos lados de la carretera que recorre el fondo del valle, ocupando una superficie total no superior a los 6.000 m2.

Las turberas del Hospital del Obispo provienen de periodos climáticos del terciario, más fríos y lluviosos que los de ahora. Se encuentran en terrenos ácidos y encharcados en el fondo del valle y a una altitud de 1.000 m y recogen el agua de drenaje de las partes altas de la sierra. Son por tanto lugares con humedad permanente en los que el agua que procede de manantiales, arroyos y escorrentía se encuentra, en su mayor parte, empapando el terreno y formando pequeñas pozas, lo que da lugar a que, al pisar sobre las turberas, el suelo tiemble y se hunda, por lo que se las denomina también “trampales” o “tembladeras”. Estas turberas están clasificadas dentro de las turberas altas u ombrotróficas originadas exclusivamente por aguas meteóricas.

Vista general de uno de los trampales del Valle. FOTO: NATRURAL
Pero, ¿qué es la turba y cómo se forma? La turba es un material orgánico compacto rico en carbono, de color que va desde el pardo claro hasta el negro (dependiendo del contenido en carbono y la edad, a mayor edad, más oscuro y mayor contenido en carbono) de aspecto esponjoso y ligero y en la que aún se observan restos de los materiales vegetales que la originaron. El proceso de formación, que dura siglos, consiste en la acumulación y fosilización de restos vegetales en zonas encharcadas.

Aunque pueda parecer lo contrario por su aspecto siempre verde y la disposición permanente de agua, se trata de uno de los ecosistemas más pobres en nutrientes, existiendo un importante déficit de nitratos en el suelo debido a que el peculiar encharcamiento de las turberas impide la existencia de bacterias nitrificantes.

Encharcamiento permanente de las turberas. FOTO: NATRURAL
Todo esto le ha dado un interés añadido a las turberas puesto que alberga una vegetación muy peculiar e interesante que ha desarrollado diferentes mecanismos para adaptarse a esta escasez de nutrientes y que en muchos casos constituye endemismos botánicos de gran importancia.

En el caso de las turberas del Hospital del Obispo, formando colonias y un tapiz casi continuo sobre el que se desarrollan otras plantas, aparecen los esfagnos (Sphagnum sp.) musgos cuyas hojas son capaces de almacenar grandes cantidades de agua, incluso procedente de la atmósfera, como si fueran esponjas. Los esfagnos se extienden rápidamente (entre 2 y 12 cm. anuales). Las partes residuales de las plantas, en lugar de descomponerse, con el paso del tiempo se van acumulando debajo de los nuevos brotes del musgo y forman la turba.

 Esfagnos, musgos - esponja capaces de almacenar gran cantidad de agua. FOTO: NATRURAL
La nota exótica de estos trampales la pone la Drosera rotundifolia, comúnmente rosolí o rocío del sol, planta carnívora insectívora que suple el déficit de nutrientes del suelo con la capacidad de obtener alimento de la digestión de pequeños animales que quedan atrapados en las secreciones pegajosas de los pelos de sus hojas.

Planta insectívora Drosera rotundifolia. FOTO: NATRURAL
Drosera "capturando" una hormiga. FOTO: NATRURAL
Otra especie común y llamativa de este trampal que aparece formando densos brezales es la Erica tetralix, arbusto que raramente sobrepasa los 50 cm. de altura y cuyas flores de color rosáceo aparecen al final de las ramillas en grupos de hasta 15. Podemos encontrar también la Genista anglica o aulaga gatiña, arbusto espinoso de la familia de las leguminosas con pequeñas flores amarillas amariposadas dispuestas en pequeños racimos.

Erica tetralix, brezo de los trampales. FOTO: NATRURAL
Muy abundante son las macollas de Molinia caerulea o mansiega de la familia de las gramíneas, entre las que aparece también el Carex binervis, de la familia de las ciperáceas (emparentadas con los juncos).
Macollas de Molinia caerulea, mansiega. FOTO: NATRURAL
Otras especies que se pueden encontrar en estos trampales son la Dactylorhiza elata ssp. sesquipedalis u orquídea de turbera, el Narcissus bulbocodium o narciso acampanado, la Potentilla erecta o tormentilla, el Nardus stricta o cervuno y el Lotus pedunculatus.

Dactylorhiza elata ssp. sesquipedalis, orquídea de turbera
Como curiosidad comentar que la primera cita en la comunidad extremeña del Vaccinium myrtillus (arándano) se ha realizado en los trampales del Hospital del Obispo, siendo también la cita más meridional de España.

En los alrededores de los trampales la vegetación dominante está compuesta por melojares de Quercus pyrenaica, brezales de Erica arborea, Cistus psilosepalus y gamonitos (Asphodelus albus).

Pero no solo las formaciones vegetales tan singulares de las turberas dan importancia a este ecosistema sino que lo especial de su formación, ha hecho que su funcionamiento sea único también tanto desde el punto de vista hidrológico, como de la composición y formación del suelo.

Es por eso que desde el punto de vista hidrológico, retienen el excedente de agua de precipitaciones abundantes que luego van liberando lentamente como una esponja. Al pasar el agua a través de la vegetación de la turbera, esta retiene parte de los nutrientes y de las materias en suspensión que había en la misma.

Del mismo modo, las turberas, constituyen un medio de conservación perfecto. El análisis de los estratos de turba superpuestos revela información acerca de casi todas las formas vivientes del pasado. De esta manera, el estudio del polen conservado en la turba ha permitido la reconstitución de los climas y de los tipos de vegetación que se fueron sucediendo desde hace más de 12.000 años. De hecho en la turbera del Hospital del Obispo es donde se ha obtenido la mayor secuencia polínica de Extremadura.

En cuanto a la fauna, la más llamativa del estrato aéreo de la turbera son las mariposas: la Cardera (Cynthia cardui), la omnipresente Colias (Colias croceus) y la Vanesa o Vulcana (Vanessa atalanta), etc.

Avispas zapadoras (Sphecidae), mantis (Mantidae), dípteros y arañas completan una fauna asociada al matorral de la turbera.

Fuentes de las que se han obtenido algunos de los datos publicados:
  • Vaccinium mirtilus L. y otras novedades corológicas para Extremadura y la Comarca de los Ibores-Las Villuercas. Juan Antonio CALLEJA ALARCÓN1 & Yonatan CÁCERES ESCUDERO.  Departamento de Biología, Botánica, Universidad Autónoma de Madrid, 28049 Madrid.
  • Los Bosques de Extremadura. Evolución, ecología y conservación. Fernando Pulido, Ruben Sanz, Daniel Abel, F. Javier Ezquerra, Alberto Gil, Guillermo González, Ana Hernández, Gerardo Moreno, Juan José Pérez, Francisco Vázquez.


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