Llegó en la nube que daba paso al camino de entrada a la
tormenta, donde ella prometió esperarle. Una vez dentro, quiso alumbrarse con
el rayo que emergió del techo alto y gris oscuro, pero la luz duró solo un
segundo. Después, fue el sonido del trueno el que, durante un instante, dirigió
sus pasos a su encuentro. Se tocaron, por última vez, justo en el preciso
instante de caer
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